El español, también conocido como castellano, es una lengua romance que se originó a partir del latín vulgar en la Edad Media. Durante este período histórico, la Península Ibérica estuvo bajo el dominio del Imperio Romano y, posteriormente, fue invadida por diversos pueblos germánicos, como los visigodos y los suevos.
El latín vulgar, que era la variante hablada del latín clásico, se mezcló con las lenguas y dialectos locales preexistentes, como el vasco, el celta y el íbero, así como con las influencias lingüísticas de los invasores germánicos. Esta fusión de diferentes lenguas y dialectos dio lugar a la formación de lo que se conoce como el romance hispánico o romance castellano, precursor del español.
Durante la Edad Media, el español evolucionó y se desarrolló principalmente en el Reino de Castilla, una de las principales regiones de la Península Ibérica. El romance castellano se convirtió en la lengua de la corte y la administración en Castilla, lo que contribuyó a su difusión y prestigio.
La consolidación y expansión del español como lengua escrita tuvo lugar durante los siglos XIII y XIV. En esta época, destacan obras literarias como el "Cantar de Mio Cid" y las "Cantigas de Santa María", que muestran la emergencia de una literatura en romance castellano.
En el siglo XV, con la unión de los reinos de Castilla y Aragón mediante el matrimonio de los Reyes Católicos, se sentaron las bases para la formación de España como estado-nación. El español se convirtió en la lengua oficial y dominante de la administración y la cultura, desplazando progresivamente a otras lenguas peninsulares, como el catalán, el gallego y el vasco.
La Edad Media también fue una época de influencias lingüísticas del árabe debido a la presencia de la civilización islámica en la Península Ibérica. El árabe aportó un gran número de palabras al español, especialmente en los campos de la ciencia, la agricultura, la gastronomía y la arquitectura.